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El 26 de agosto, el Washington Post publicó mi columna destacando una brecha persistente entre la política estadounidense y las demandas de la oposición democrática de Venezuela: el hecho de que la Casa Blanca haya rechazado el alivio de las sanciones comerciales por cualquier cosa que no sea la renuncia de Maduro.

Hace un año, Maduro estaba contra las cuerdas. El régimen se había visto obligado a la mesa de negociaciones, donde la oposición democrática logró, al menos en principio, una oferta de nuevas elecciones presidenciales a cambio de un alivio de sanciones previas. Hubo un problema: la administración Trump no respaldó el acuerdo. El gobierno de los Estados Unidos ha rechazado explícitamente (véase el Marco de Transición Democrática del Departamento de Estado y las Preguntas Frecuentes del Tesoro)el levantamiento de las sanciones económicas contra Venezuela a menos que haya una nueva autoridad ejecutiva en vigor.

Al escribir en el Post, esto pone al gobierno de Estados Unidos en desacuerdo con un consenso entre los demócratas venezolanos. El 2 de agosto, una diversa coalición de 26 partidos de oposición emitió una lista de condiciones para que las elecciones en Venezuela fueran consideradas libres y justas. Estos incluyeron la observación internacional e interna, una revisión del registro electoral, una autoridad electoral independiente y permitir que todos los partidos y líderes de la oposición presentaran candidatos. La renuncia de Maduro no hizo la lista.

Por ahora, este debate es hipotético. La oposición se encuentra en una posición mucho más débil que en 2019, y ha afirmado que las negociaciones del año pasado están«finalizadas». Públicamente, Maduro nunca confirmó la supuesta oferta, y desde entonces no ha dado ninguna señal de que volvería a ella. Aun así, es importante presionar al gobierno de los Estados Unidos para que vea si siguen existiendo las mismas líneas rojas que las conversaciones con discapacidades del año pasado.

Si el régimen de Maduro finalmente fue persuadido a la mesa de negociaciones, ¿podría la Casa Blanca acordar levantar algunas sanciones antes de las nuevas elecciones presidenciales? Si bien oficialmente la posición de los Estados Unidos permanece inalterada, ha habido algunos signos recientes que sugieren que puede haber alguna nueva flexibilidad. El 14 de agosto, el gobierno de los Estados Unidos encabezó una declaración firmada por otros 30 países que apoyaron el Marco de Transición de los Estados Unidos. El hecho de que esta declaración haya estado firmada por sólo 30 países de los aproximadamente 60 que reconocen a Juan Guaidó como presidente interino (la mayoría de los países de la UE y del Grupo de Contacto Internacional no firmaron) es un indicador revelador del apoyo internacional a la estrategia estadounidense. Pero tal vez aún más significativa fue esta línea:

«Reiteramos la voluntad de todos los países que mantienen sanciones económicas de debatir la flexibilización de las sanciones en el contexto del progreso político».

Debido a que Estados Unidos es el único país hasta ahora que emite sanciones económicas amplias, esto podría sugerir que el gobierno de Estados Unidos ha cambiado su posición, y está abierto a discutir el alivio de las sanciones antes del derrotremiento de Maduro. Sin embargo, a menos que esto sea confirmado y declarado públicamente por funcionarios estadounidenses, la pregunta seguirá siendo: ¿está el gobierno de Estados Unidos abierto a levantar las sanciones financieras y petroleras a cambio de elecciones presidenciales libres y justas, incluso si Maduro permanece en Miraflores mientras se celebran?